El comentario que envié al blog la semana pasada se titulaba “PORQUÉ LA BIOTECNOLOGÍA NO DEBE SER EXCEPCIÓN”.
Intentaba subrayar la idea de que el despegue
de la industria biotecnológica en Cuba en los años 80s contiene un componente
de “innovación gerencial” que es tan importante, incluso más importante, que el
componente de innovación en las investigaciones biológicas propiamente dichas.
Y el énfasis en la innovación gerencial es necesario, porque es lo que hace que
la experiencia de la biotecnología sea replicable en otros sectores de
tecnologías diferentes.
La construcción de las organizaciones es el proceso crítico. Los productos innovadores no crean las organizaciones innovadoras: son su consecuencia.
Entre los muchos comentarios que recibí hubo
uno que proviene de un compañero que respeto especialmente, por la profundidad
de su pensamiento profesional y por la solidez de su compromiso con Cuba y con la
Revolución. Se trata del Dr. Carlos Rodríguez Castellanos, profesor de Física y
actual Vice-Presidente de la Academia de Ciencias de Cuba, y a quien conozco
desde hace décadas.
Carlos hizo una crítica al blog anterior
consistente en identificar que el análisis era sesgado, pues no trataba con
suficiente relevancia el proceso de formación y selección de capital
humano, ni la atención cercana y permanente a las organizaciones nacientes, sin lo cual cualquier innovación gerencial hubiese estado destinada al
fracaso.
Más que comentar sobre el comentario, le sugerí
que escribiese esa opinión para ponerla en el mismo sitio.
Verán que este análisis es imprescindible.
También fue parte esencial de la experiencia fundacional del sector de la biotecnología, el esfuerzo previo de formación de capital humano, y el proceso simultáneo de
selección de cuadros, donde quiera que estén. Las experiencias positivas lo son por lo que
tienen de “replicables”. De lo contrario serían solamente excepciones u objetos
de museo.
Agustín Lage Dávila
Centro de Inmunología
Molecular.
Los éxitos del programa de la Biotecnología y la Industria Médico
Farmacéutica cubanas, que tanto nos enorgullecen, han dependido de muchos
factores. Este excelente artículo (se refiere al blog anterior, del 9 de Mayo) enfatiza las transformaciones institucionales y la gestión
diferenciada del programa, buscando claves para aprovechar esta experiencia
positiva en las condiciones actuales. Se enfatiza que no se trató sólo de
reunir científicos brillantes y asignarles financiamiento. Esto es muy
importante, pero sería también un error desconocer la importancia de los
recursos humanos y financieros asignados a esta tarea. El punto de partida
fueron grupos de excelencia radicados en el CNIC, el INOR y otras
instituciones. De excelencia no sólo por la formación científica y los
resultados ya obtenidos, por su posicionamiento científico internacional y las
oportunidades que se avizoraban en su campo de trabajo, sino por la dedicación
y el compromiso revolucionario de los integrantes. En la medida en que se
fueron creando los nuevos centros, estos grupos se complementaron con otros
cuadros de experiencia, procedentes de las universidades y de otras
instituciones, y por cientos, luego miles (recordemos la Reserva Científica),
de graduados universitarios de muchas carreras, unos y otros adecuadamente
seleccionados de acuerdo a sus resultados académicos, integralidad, y
disposición a la consagración, motivados por las excelentes condiciones de
trabajo que se crearon y el reconocimiento social a su labor. Por mi edad, soy testigo (externo) de que se
concentraron en el Polo muchos de los mejores compañeros de mi generación, los
cuales, a su vez, continuaron la formación de miles de nuevos jóvenes,
seleccionados entre los mejores graduados de nuestras universidades, en un
ambiente de elevado nivel científico, rigor, consagración y compromiso. Esto, a
mi modo de ver, ha jugado y juega un papel central. Al final, es un asunto
también de gestión diferenciada: seleccionar los colectivos adecuados para
iniciar un programa y continuar con su formación y crecimiento con altos
estándares académicos, económicos y
revolucionarios.
La
construcción de un nuevo sector económico de alta tecnología requiere una
multiplicidad de acciones de todo tipo: hace falta mucha “energía libre”. Una
parte proviene de las personas que participan, de su propia inteligencia,
creatividad, motivación, consagración y compromiso. Otra tiene que salir de
fuentes externas. Los recursos externos disponibles, tanto humanos como
materiales, son siempre escasos y sólo se pueden concentrar en algunos pocos
programas. Sin embargo, sabemos que muchos de ellos se despilfarran o no se
utilizan de forma óptima, que hay reservas. Es necesario identificar bien las
oportunidades, establecer prioridades y ser consecuentes con ellas,
concentrando recursos y estableciendo las reglas adecuadas. Las experiencias
previas son importantes referentes, pero cada nuevo programa necesita sus propias
reglas que hay que construir sobre la marcha. No hay un “algoritmo” universal.
Fidel, tuvo la visión y supo conducir brillantemente el programa de la Biotecnología y la Industria Médico
Farmacéutica cubanas, seguido por una pléyade de jóvenes científicos y cuadros,
y por todo el pueblo que los apoyó, con no pocos sacrificios. Le corresponde a
las nuevas generaciones continuar y extender su labor basándose en las
experiencias previas, pero sobre todo, en el ejemplo.
Carlos Rodríguez Castellanos.
VicePresidente
de la Academia de Ciencias de Cuba
Sin dudas hay que tener en cuenta la historia para proyectar acciones futuras. En particular hay que prestar atención a lo que dice Carlos de concentrar los esfuerzos en pocas direcciones. Es tarea impostergable identificar esas direcciones prioritarias y saber concentrar los recursos humanos, financieros, materiales, la colaboración internacional para alcanzar el desarrollo donde está, hacer ciencia de nivel mundial y dar en relativamente poco tiempo resultados de impacto económico y social. Experiencia hay. Reservas hay.
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