Otra vez, cuando lo
que sigue aquí debajo es un comentario sobre las funciones de la ciencia en
nuestro proyecto de sociedad socialista, hay que empezar aclarando que estas
ideas no van dirigidas solamente a los “científicos”, entendiendo como tales a quienes
trabajan profesionalmente en la construcción de conocimiento nuevo. Van
dirigidas a todos, y especialmente a los jóvenes, cualquiera que sea su campo
de trabajo. Aclaración esta que quisiera incitarlos a seguir leyendo hasta el
final, aunque no trabajen en una institución científica.
La ampliación del
espacio de la ciencia en la vida de la nación cubana ha pasado en medio siglo
de ser la visión anticipatoria de un líder genial (me refiero, ustedes lo
saben, a Fidel), a ser una necesidad urgente que todos hoy podemos ver.
¿Quién sino un
pensador y revolucionario consecuente como Fidel podría haber declarado, en
1960, en un país plagado de analfabetismo que el futuro tiene que ser “de hombres de ciencia, de hombres de
pensamiento”?
¿Quién podría en 1965,
cuando el país luchaba contra las bandas de alzados contrarrevolucionarios en
varias provincias, construir un centro moderno de investigaciones científicas
como el CNIC e impulsar ahí la formación de cientos de científicos?
¿Quién podría en 1970,
simultáneamente con el esfuerzo enorme de la zafra azucarera grande, haber
auspiciado el desarrollo de la primera computadora cubana?
¿Quién podría en 1986,
cuando la biotecnología apenas nacía en el algunos pocos lugares del mundo, haber decidido invertir en la creación del Centro de Ingeniería Genética y
Biotecnología, y luego en varias instituciones del Polo Científico?
¿Quién podría en esos
mismos años 80 haber diseñado un programa de salud basado en la atención
primaria, que implicara transitar a ser el país con más médicos por habitante
en el mundo? El mismo sistema que se movilizó ahora para enfrentar la pandemia
de Covid.
¿Quién podría, en
1990, cuando ya se veía venir la desintegración de la URSS, y la hostilidad
reforzada del imperialismo amenazaba nuestra existencia como nación, haber
explicado que “…la independencia no es cuestión de símbolos… depende de la
tecnología, depende de la ciencia en el mundo de hoy…?
Y haber actuado
coherente y sistemáticamente en la construcción del sistema de ciencia y
técnica que tenemos hoy. Fidel pudo, y lo hizo. Y lo hizo a tiempo.
Como le sucede
frecuentemente a los líderes visionarios, hubo quienes no lo comprendieron en
su momento. Ahora, desde la perspectiva que da el tiempo transcurrido, todos
pueden comprenderlo.
¿Cómo podríamos haber
enfrentado el reto de la pandemia de COVID 19 si no hubiésemos tenido desde
décadas antes las instituciones científicas y productivas, el sistema de salud
y los miles de médicos y científicos que se involucraron en la batalla?
¿Cómo, sin una sólida
capacidad científica, podríamos acceder a la soberanía alimentaria en un mundo
en que suben los precios de los alimentos y el cambio climático reduce los
rendimientos?
¿Cómo sería posible la
informatización de la sociedad, y su conexión con el mundo, defendiéndola al
mismo tiempo contra el tsunami de información inculta, banal y malintencionada
que nos llega por las redes globales?
¿Cómo intentar
transformar la matriz energética para sustentar industrialización en un mundo
de combustibles fósiles cada vez más escasos y caros?
¿Cómo acelerar el
proceso de surgimiento de nuevas empresas estatales de base tecnológica, que
avancen por los complejos e inciertos caminos de la cuarta revolución
industrial?
Pero hay más razones. De la ciencia y la
tecnología necesitamos no solamente para desarrollar nuestra economía, sino
también para preservar y solidificar su carácter socialista. No olvidemos que
Marx previó que el socialismo sería una consecuencia objetiva del desarrollo de
las fuerzas productivas, y que serían las fuerzas productivas técnicamente
avanzadas las que harían imprescindible la socialización de la producción, e inviable
el sistema basado en la apropiación privada del producto social.
Requeriremos, más aun
en el futuro, una penetración masiva del método científico de pensamiento en la
cultura general del cubano.
Los cimientos están ahí, y son buenos. Recordemos que en el
enunciado de Fidel de 1960, él precisaba “….un futuro de hombres de ciencia, de
hombres de pensamiento…”, en
un concepto más abarcador que el de la imagen clásica del científico de
laboratorio.
Esa cultura científica
aporta a la sociedad, mas allá de los nuevos productos y servicios (que es lo
más publicitado) una actitud de razonar con datos, generar permanentemente
nuevas hipótesis sobre la realidad, someter a critica las hipótesis, separar la
validez de las ideas del prestigio que pueda tener el que las propone, evaluar
intervenciones de manera objetiva, rechazar la improvisación, la
superficialidad, la pseudociencia y la superstición. Y esas actitudes nos
conciernen a todos. Los fenómenos culturales son masivos, o no son realmente
culturales.
Apropiarnos, como
sociedad humana, de la ciencia y de los procesos culturales vinculados con el
método científico, requerirá también mucha creatividad en el diseño y la gestión
de las instituciones y las relaciones inter-institucionales para eso,
incluyendo por supuesto, el tejido empresarial, la dinámica de
creación/extinción de empresas, los vínculos entre el sector empresarial y el
sector presupuestado, el ecosistema financiero y bancario, y los canales de
conexión y alianzas internacionales en un mundo cada vez más globalizado.
Las funciones de la
ciencia en la economía, y en la sociedad han cambiado en las últimas décadas.
Lo que en los años 60 fue una visión genial y anticipatoria del futuro, hoy es una
urgencia de cada día; y las realidades nuevas no se pueden asumir con esquemas
institucionales viejos, que ya cumplieron sus roles históricos y agotaron su
potencial.
Esta será una batalla
larga y compleja, que no tiene mapas dibujados, pero sí tiene, en Cuba,
consenso amplio de los objetivos sociales, sólidos principios morales en que
apoyarnos, y luchadores dispuestos. Podemos vencer, y el Pueblo lo sabe.
“Revolución es sentido del momento histórico,
es cambiar todo lo que debe ser cambiado…”, nos dijo Fidel el 1º de mayo del 2000,
abriendo la puerta del siglo XXI cubano.
Agustin Lage Dávila
Centro de Inmunología
Molecular