La
semana pasada ocurrió una conferencia virtual entre un equipo del Partido
Comunista de China y uno del Partido Comunista de Cuba, con una sesión
titulada: “Seminario Teórico entre el
PCC y el PCCh: Las responsabilidades de la ciencia en el camino al socialismo”.
Ya
desde el título del tema se identifica el mensaje sobre el rol tiene la ciencia
en el desarrollo social y económico, y especialmente en el socialismo. Es un
mensaje que todos los cubanos debemos captar y comprender, pues en el
desarrollo socioeconómico y en el socialismo (en ambas cosas) se decide el futuro de la Patria.
Los compañeros que
organizaron el evento desde el PCC me invitaron a hacer una ponencia. Ahora, y
con permiso de ellos, reproduzco aquí lo esencial de lo que dije en ese evento. Es esto:
LAS FUNCIONES DE LA
CIENCIA EN EL PROYECTO DE DESARROLLO ECONOMICO Y SOCIAL SOCIALISTA DE CUBA.
Las
funciones de la ciencia en las sociedades humanas han ido cambiando y
expandiéndose con el tiempo. Desde que comenzó a surgir poco a poco el método
científico en el siglo XVII, y hasta finales del siglo XIX, la investigación
científica era una actividad de individuos motivados y creativos, primero
aislados y más tarde vinculados a sociedades científicas y a universidades. En
la primera mitad del siglo XX hubo dos
cambios importantes.
El
primero es que la investigación científica comenzó a introducirse en las
empresas, con el surgimiento de laboratorios industriales en varias de ellas. El segundo es que la promoción de la
investigación científica comenzó a ser tarea de los Estados, con el
surgimiento de instituciones estatales de investigación y/o presupuestos
diferenciados para impulsar investigaciones vinculadas a misiones específicas. Comenzó
a hablarse entonces de “economía basada
en el conocimiento”.
Las responsabilidades
de la ciencia en el camino al Socialismo
Dejar
atrás el capitalismo como sistema socioeconómico es la tarea principal que la
humanidad tiene ante si en estos inicios
del siglo XXI. Es el sistema que produjo las sangrientas guerras del siglo XX,
creó indecentes desigualdades de ingreso y propiedades entre países y dentro de
los países, excluyó millones de personas de su participación en la economía, y
causó el deterioro del medio ambiente que hoy nos amenaza a todos. La humanidad
no podrá sobrevivir sin superar el capitalismo.
Es
una tarea enorme y compleja. Las dificultades y retrocesos que hubo en el siglo
XX, en la construcción de alternativas al capitalismo, no hacen menos necesaria
y urgente la tarea. Solamente nos ilustran sus complejidades.
La
pregunta es si puede la ciencia (y de que manera puede) asumir
responsabilidades en ese paso imprescindible de la civilización humana.
El
transito hacia una economía basada en el conocimiento, en la generación y
valorización de activos intangibles, y en inversiones sobre innovaciones cuya
recuperación contiene más incertidumbres que en la economía tradicional, hace
más evidente la disfuncionalidad esencial del sistema capitalista.
Si asumimos que la eficiencia de la inversión y del
trabajo incluye la sostenibilidad social y
ambiental a mediano plazo, y la reducción de las desigualdades, entonces
los mecanismos del mercado son obviamente e inmensamente ineficientes.
Durante
mucho tiempo un sentido común construido por economistas defensores del sistema
capitalista sostenía que la igualdad y el crecimiento económico eran fenómenos
contrapuestos, y que habría que aceptar
que las acciones tendientes a reducir desigualdades, de una forma u otra
terminarían reduciendo el dinamismo de la economía. La
esclavitud en el continente americano generó crecimiento económico para las
metrópolis europeas. Pero después el desarrollo tecnológico fue imponiendo una
visión opuesta, que evidencia que la desigualdad es ineficiente.
El
tránsito hacia una economía de alta tecnología, basada en el conocimiento,
requiere expandir el gasto social en bienes públicos tales como la educación,
la salud, la seguridad social y la ciencia, lo cual solamente puede ser
garantizado por la inversión estatal.
La
polémica ideológica sobre las desigualdades conecta con el debate sobre los
derechos de propiedad. Como descubrió
Marx, el capital siempre tiende a concentrarse, a menos que existan decisiones
políticas y marcos regulatorios se lo impidan.
La
abolición de la esclavitud deslegitimó el derecho a “poseer” otra persona, pero
la propiedad privada sobre los medios de producción sigue legitimando el
derecho a poseer los frutos del trabajo de otra persona. Para nosotros, los
comunistas, sean unos u otros los términos que se utilicen en el debate, la
esencia sigue siendo la vieja contradicción del capitalismo entre el carácter
social de la producción y el carácter privado de la apropiación.
El
conocimiento, y especialmente el conocimiento científico y tecnológico es un
producto social. Nadie puede poseer privadamente todas las piezas de conocimiento
precedente necesario para descubrir o para inventar algo. En las sociedades
modernas los dispositivos institucionales para la creación y circulación del
conocimiento (sistema educacional, instituciones científicas, etc) están en el
sector presupuestado, que se financia en la mayoría de los países (incluyendo
países capitalistas) con dinero público administrado por el Estado. Los
dispositivos institucionales para la transformación de los conocimientos en
productos y servicios comercializables están en el sector empresarial.
¿Cómo
se produce la conexión entre ambos? La ideología capitalista intenta
conectarlos por mecanismos de mercado a través del sistema de patentes, que se
apropia de un bien publico (el conocimiento generado en instituciones publicas)
para ponerlo en manos de una empresa privada que lo utiliza. Es un sistema que
genera enormes costos de transacción
y es cada vez menos funcional, a
medida que el contenido científico de los bienes y servicios es mayor. La
conclusión final es simple, como todas las grandes verdades: el capitalismo no
es compatible con la economía basada en el conocimiento.
Pero
una cosa es comprender un proceso, y una necesidad histórica de cambio, y otra
muy diferente es generar la voluntad política y la cultura para lograr esos
cambios. La ciencia solamente no
bastará, pero ayudará a crear el contexto necesario para que la cultura y la
política hagan su trabajo. La cultura y la política movilizaran voluntades para
construir una sociedad más equitativa; pero hará falta también lograr que esa
equidad se transforme en crecimiento económico. Ahí están las nuevas
responsabilidades de la ciencia.
Las responsabilidades
de la ciencia en Cuba
Cuba
construye una alternativa, una sociedad mejor y posible, que ha demostrado que
se pueden alcanzar elevados niveles de salud, educación y seguridad social, aun
con escasos recursos, si se reparten bien, afirmación que se demuestra
objetivamente por la disociación entre el PIB por habitante, y los indicadores
sociales.
La
construcción en Cuba de una economía próspera, sobre la base de la equidad y la
cultura, ha estado más de 60 años, y sigue estando, amenazada por el bloqueo
económico más largo y brutal de la historia, y por una guerra de ideas (más
bien de imágenes, porque ideas no tienen muchas) muy bien financiada que
intenta presentar los efectos de la agresión externa como si fueran debilidades
internas del socialismo.
Aunque
la lucha por crear una conciencia mundial en contra el bloqueo a Cuba debe
continuar e intensificarse, el escenario previsible hoy es que mantengan ese
bloqueo, porque los millonarios que gobiernan el mundo necesitan que la
alternativa al capitalismo que Cuba construye no tenga éxito. Nosotros tenemos que saber que hay que seguir resistiendo, y además, desarrollar creativamente nuestra economía y nuestro modelo de sociedad, aún con el bloqueo. Y en el siglo XXI esa economía tiene que estar basada en el conocimiento y en la ciencia.
La
manera en que expresamos el objetivo mayor del proyecto social de los cubanos
de construir una sociedad justa, próspera y sostenible, nos dice también que la
justicia social es objetivo primordial, pero por si sola no basta. Hace falta
que genere prosperidad y sostenibilidad, lo que significa que hay imperativos
económicos. Esos imperativos económicos a su vez, en el siglo XXI, exigen una
economía innovadora y conectada con la economía mundial. Y ahí es donde
aparecen con toda claridad las nuevas responsabilidades de la ciencia.
Después
del salto revolucionario de los años 60 que incluyó el desarrollo científico
entre las metas mayores del país, y después del segundo salto de los años 90
que reforzó las conexiones de la ciencia con la producción y la economía, necesitamos ahora, entrando el
siglo XXI, dar el tercer salto que
coloque la ciencia y la innovación en el centro del funcionamiento de la
economía. Fidel lo vio y lo dijo en 1993 al expresar que: “La ciencia y las
producciones de la ciencia, deben ocupar algún día el primer lugar de
la economía nacional……Tenemos que desarrollar las producciones de la
inteligencia, y ese es nuestro lugar en el mundo, no habrá otro”.
Sin pretender análisis
concluido ni mucho menos recetas, apreciamos que, de los debates que ocurren en
caliente en diferentes espacios en el momento en que se escribe este ensayo
(2022) van emergiendo estas ideas:
·
El Sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación
de Cuba tiene que crecer, no en proporción al crecimiento económico sino por delante de este, y
alcanzar cotas superiores de inversión en ciencia como fracción del PIB, así
como niveles superiores por millón de habitantes de cantidad de investigadores,
patentes y publicaciones científicas.
·
El crecimiento de la actividad científica
depende de la capacidad de movilización de financiamiento. Estos recursos deben provenir en su mayor parte del sistema
empresarial, pero manteniendo también un componente de financiamiento presupuestado. Ello va a
requerir probablemente el diseño de instituciones financieras nuevas para la
ciencia, bancarias y no-bancarias, y de un marco regulatorio especifico, que
incluya también incentivos para que las empresas inviertan en
Investigación-Desarrollo.
·
La cantidad de personas que necesitamos formar
en Ciencia no debe estar limitada por los recursos disponibles. No subordinar
la formación de capital humano a las posibilidades de empleo por la economía
fue otra idea audaz muy defendida por
Fidel desde los años 60. El volumen y calidad del capital humano para la
Ciencia es un activo económico en sí mismo.
·
La internacionalización de la actividad
científica es una consecuencia objetiva del desarrollo. Las instituciones
científicas y empresas de alta tecnología deberán desplegar una red de alianzas
externas que garantice que la internacionalización ocurra por vías
institucionales y no por emigración individual. En el mundo hiper-conectado que
va emergiendo, todos los países, pero especialmente los países pequeños, son
dependientes de la diversidad y calidad de sus conexiones con el mundo.
·
Hay un nexo entre el desarrollo científico y el
desarrollo del sistema empresarial estatal, incluyendo la descentralización de
decisiones hacia las empresas, y la dinámica de surgimiento de nuevas empresas
estatales. Desarrollo científico y
desarrollo del sistema empresarial estatal se condicionan mutuamente.
·
Hay un nexo entre investigación empresarial y
exportaciones. El incentivo para la introducción de productos y servicios de
alta tecnología es débil si está solamente en función de una demanda doméstica pequeña, que no permite economías de escala (excepto
para la producción de alimentos). En la medida en que las empresas se conecten
directamente con las exportaciones se reforzará su percepción de la necesidad
de invertir en ciencia e innovación.
·
Las Universidades están llamadas a convertirse
en el principal dispositivo de “incubación de empresas” en el país,
especialmente empresas innovadoras
pequeñas, y empresas de alta tecnología capaces de construir ciclos
completos de investigación-producción-comercialización. La conexión entre el
sector empresarial y el sector presupuestado (sin desconocer las
especificidades de cada uno) es una de las grandes ventajas del socialismo,
basada en que las empresas fundamentales no son privadas.
·
Las tecnologías que se prevén determinantes del
desarrollo tecnológico en los próximos años, y que constituyen la llamada “cuarta revolución industrial” (inteligencia
artificial, robótica, sensores, procesamiento masivo de datos, manufactura
aditiva, nanociencias, nuevos materiales, energía inteligente, nuevas
biotecnologías y otras) requieren un impulso diferenciado, pues su potenciación
usualmente no ocurre en respuesta a problemas prácticos inmediatos. Cuba tiene
la capacidad de crear el potencial humano y la base institucional para ello,
pero nos faltan mecanismos integradores de esfuerzos que se han hecho por
separado.
·
El desarrollo científico cubano, en tanto que
proceso social y cultural, implica una amplia formación de toda la población en
sus capacidades de entender el carácter objetivo y verificable del conocimiento
científico, y el método de construcción de
conocimiento, y rechazar la pseudo-ciencia y la superstición. Ello está
directamente vinculado con el desarrollo de un sistema educacional científico,
desde la escuela primaria.
·
En el desarrollo de la ciencia en Cuba, el
desarrollo territorial local debe ocupar un lugar clave, y no puede ser visto
solamente como un proceso de transferencia, de “arriba” hacia “abajo” de
competencias y decisiones. Este desarrollo científico territorial se favorece
por la presencia de la educación superior en los municipios, especialmente el
Centro Universitario Municipal, que está llamado a expandir su rol como
constructor y circulador de conocimientos, y como catalizador de las
interacciones entre las instituciones científicas, educacionales y el sistema
empresarial.
Asumir
las nuevas responsabilidades de la ciencia en Cuba implica hacer crecer nuestro
sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación, encontrar y desplegar formas
diversas y creativas de financiarlo, reforzar sus conexiones con el sistema
empresarial cubano y con el sistema educacional, y reforzar y diversificar sus
conexiones con el mundo.
Nada
de lo que necesitamos que suceda sucederá guiado por las fuerzas ciegas y
cortoplacistas del mercado. Por el contrario, es un proceso que debe ser
conducido por el estado socialista a través de sus diferentes roles, como dueño
de las empresas principales, como fisco, como regulador, como cliente de
productos y servicios seleccionados, como constructor de capital humano, como
catalizador de las conexiones internacionales a través de relaciones políticas,
y en fin, como estratega y representante de los intereses de todos.
El
estado no puede prever de manera determinista como se comportará el mundo más
allá del plazo de algunos años, pues hay procesos que son intrínsecamente
probabilísticos, distribuidos y adaptativos; pero si puede construir contextos
que aumenten las probabilidades de que avancemos hacia la sociedad justa,
prospera y sostenible que queremos.
Nuestro
proyecto social no le apuesta al mercado, aunque lo utilice en función de
objetivos mayores. Le apuesta a la conducción consciente basada en el consenso
y en la cultura, de donde emana su capacidad de proteger la justicia social y
la visión de largo plazo.
谢谢
Agustín
Lage Dávila
Centro
de Inmunología Molecular