Este es el primer
mensaje del 2022 y elegí este título con toda la intención de irritar a
fatigados, pesimistas y escépticos.
Son unos cuantos, es
cierto. Ya los veremos expresarse en los comentarios. Pero diría como Martí en
su introducción a los Versos Libres: “Todo
lo que han de decir, ya lo sé, y me lo tengo contestado”.
Somos muchos más los
que pensamos que podemos ganar la batalla económica, esa misma que no ganamos
todavía en el 2021.
Y noten que el verbo
no es “confiamos”, sino “pensamos”,
porque no se trata hoy aquí de expresar entusiasmos emocionales (que también
tenemos y son buenos), sino serenos razonamientos y datos que nos conducen a
pensar que esa difícil batalla se puede ganar.
Veamos:
● Está el Pueblo en el Poder.
Recuerdo haber escuchado decir a Fidel en los peligrosos años del periodo
especial: “Mientras el Pueblo tenga el
Poder, lo tiene todo”.
● Cierto es también que algunos han
acumulado poder económico en el contexto de las dificultades actuales, pero no tienen
el poder político. Ese lo tiene el Pueblo.
● Hemos mantenido las conquistas
sociales básicas, la equidad, la educación, la salud, la seguridad ciudadana, y
la soberanía nacional.
● Cuba se mantiene, según Naciones
Unidas, entre los países con Índice de Desarrollo Humano Alto (0.783), y además
con tendencia creciente. El umbral para la clasificación élite de “muy alto” es
0.8, no estamos lejos.
● La tasa de alfabetización en
adultos (99.87%) es una de las más altas del mundo. Es condición imprescindible
para una economía de alta tecnología. Decenas de universidades y de
instituciones científicas siguen consolidando el capital humano de la nación.
● La cantidad de médicos por 1000
habitantes (8.4) es una de las mayores del mundo (la media mundial es 1.5, y la
cifra de Estados Unidos es 2.6)
● Los medios fundamentales de
producción siguen siendo propiedad socialista de todo el pueblo
● No debemos aceptar el simplismo de
catalogar la educación y la salud como “logros sociales”, separados de la
economía. Son también logros de la economía. Es la economía socialista
precisamente la que ha permitido financiar (porque cuestan dinero) la expansión
y los resultados de los sistemas de salud y educación.
● La adhesión masiva a la
Constitución del 2019 y la respuesta masiva a las agresiones mediáticas del
2021, nos muestran el consenso mayoritario que mantenemos alrededor del
proyecto social socialista
● La respuesta a la amenaza de la pandemia
de Covid 19, nos muestra nuestras capacidades de enfrentar retos complejos,
basados en la ciencia y en la participación de todos.
Los cimientos sobre los
cuales construir desarrollo están ahí, y son buenos. Lo dicen los duros y
testarudos “datos”, que son envidiables para muchos en este mundo. Pero hay que “cambiar lo que deba ser cambiado” y tenemos
que gestionar bien el proceso de transformaciones económicas, para que las
conquistas sociales expresen su potencial de desarrollo, y logren:
● Aumentar el Producto Interno Bruto
de nuestra economía y la productividad de trabajo.
● Crecer con producciones y
servicios de alto valor agregado.
● Crecer sin expandir desigualdades
sociales.
● Recuperar la tasa de inversión y
mejorar la infraestructura productiva (formación de capital).
● Expandir la inserción de nuestra
economía en la economía mundial y sus cadenas de valor.
Todo ello a su vez
implica:
1. Apelar a la Ciencia, la Tecnología
y la Innovación.
2. Aumentar la dinámica de creación
de nuevas empresas, y la dinámica de extinción de las que resulten
ineficientes.
3. Priorizar el surgimiento de nuevas
empresas de alta tecnología y de PyMEs tecnológicas, estatales y exportadoras.
4. Continuar aumentando el grado de
autonomía operativa de las empresas
estatales, y limitando la burocracia.
5. Modernizar el sistema financiero y
su papel de “lubricante del desarrollo”.
6. Ampliar y fortalecer una
vanguardia de jóvenes empresarios del socialismo, que asuma el reto de
desacoplar el crecimiento económico de la expansión de desigualdades.
7. Fortalecer la participación de los
trabajadores en la gestión de las empresas.
8. Apoyar el despliegue de empresas
cubanas en el exterior, así como la inversión extranjera en Cuba.
Cualquiera puede ver
que todo eso tiene ya semillas sembradas, y algunos resultados, pero nos falta
mucho más por hacer. Así se dijo, alto y claro, en el Informe Central al VIII
Congreso del Partido: “Es ineludible provocar un estremecimiento de las
estructuras empresariales desde
arriba hacia abajo y viceversa, que destierre definitivamente la inercia, el
conformismo, la falta de iniciativas y la cómoda espera por instrucciones de
los niveles superiores. Hay que modificar viejos malos hábitos y desarrollar
rasgos emprendedores y proactivos en los cuadros de dirección de nuestras
empresas..”
Cualquiera puede ver
que las iniciativas que necesitamos para lograr ese “estremecimiento” tienen
que surgir de muchas fuentes. Todos los revolucionarios cubanos, cada cual en
su puesto, tenemos que sentirnos convocados a las iniciativas y las propuestas.
La visión estratégica y la voluntad política de la alta dirección, no podemos
permitir que se diluya en los niveles intermedios.
Cualquiera puede ver
también que todo esto tiene riesgos. El imprescindible despliegue de la
autonomía empresarial, a tono con los cambios tecnológicos mundiales, y la necesaria
diversificación de productos y servicios, nos obliga a ser muy inteligentes en
el balance entre crecimiento, que es el objetivo verdadero, y control, que es
un requisito para la sostenibilidad del crecimiento.
El imprescindible
despliegue de la inserción internacional de la economía, a tono con el proceso
objetivo e irreversible de globalización, nos obliga a ser muy inteligentes al
trabajar con organizaciones que operan en contextos económicos y sociales
diferentes al nuestro, y con prioridades y valores diferentes a los nuestros.
Pero hay que trabajar con ellos.
Esos riesgos pudieran
llevarnos por el camino de la ingenuidad hacia la república reconquistada por
nuestros adversarios históricos, o por el camino del estancamiento y la rigidez,
hacia la auto-exclusión del sistema mundial de relaciones económicas.
Nadie ha dicho que la
tarea será fácil, pero la buena noticia es que podemos realizarla bien. Sabemos
que podemos ganar esa batalla. Tenemos las capacidades para eso. Nuestros
enemigos históricos también saben que podemos ganar; y por eso mantienen el
bloqueo.
La batalla de la Covid
19 nos mostró lo que podemos lograr a partir de las capacidades científicas y
tecnológicas enraizadas en la sociedad cubana, y en estrecha interacción con
las instancias de decisión del gobierno.
Igual podemos hacerlo
en la economía. La Ciencia, la Tecnología y la Innovación pueden lograr mucho
más y generar dinámicas de desarrollo en la producción de alimentos, la
energía, la informatización, y en muchos otros espacios de la vida económica y
social cubana. Son la principal herramienta para desacoplar el crecimiento
económico y el crecimiento de desigualdades sociales.
Los jóvenes de hoy
harán revolución en esas tareas. Así lo dijo José Martí cuando Cuba ni siquiera
existía como nación: “La Revolución no es
la que vamos a iniciar en las maniguas: sino la que vamos a desarrollar en la
República”.
Felicidades para todos en el 2022 y sigamos por esa ruta, haciendo
revolución en la República.
Agustín Lage Dávila
Centro de Inmunología
Molecular