lunes, 8 de noviembre de 2021

EL ESTADO EMPRENDEDOR

 Nuestra condición de “isla” vale para la geografía, pero no para el pensamiento; y es muy bueno que así sea. Lo que se piensa y se discute en Cuba tiene estrechas conexiones, siempre las ha tenido, con los grandes temas del pensamiento universal del momento.

Uno de esos temas de hoy es el del rol del Estado en el desarrollo económico. Dos libros importantes en este debate aparecieron respectivamente en los años 2013 y 2014. El primero, titulado precisamente “El Estado Emprendedor  fue escrito por la economista italiana Mariana Mazzucato, actualmente profesora en Londres. El segundo, “El Gobierno en los negocios: Amigo o Enemigo?”,  fue escrito por Lim Hwee Hua, exministra de finanzas de Singapur.

En el primero M. Mazzucato asume la tarea de separar la evidencia de la ficción, y demuestra que la imagen del Estado como una maquinaria pesada, burocrática y poco innovadora es una falsa imagen, divulgada con fines ideológicos por los grupos de poder que se benefician del neoliberalismo; y que lo que los datos muestran es precisamente lo contrario: que las innovaciones más radicales de la era industrial, desde los ferrocarriles hasta Internet, los teléfonos inteligentes, las energías renovables, las nanotecnologías y los fármacos biotecnológicos se han apoyado en inversiones intencionalmente dirigidas de los Estados. No han sido los “inventores de garaje”, ni los capitalistas de riesgo los que han encendido la chispa de las innovaciones de gran impacto.

En el segundo, Lim Hwee nos explica, con ejemplos de la experiencia de Singapur, los diferentes roles que la intervención del Estado en la economía puede (y debe) asumir, y que van más allá de sus funciones tradicionales como regulador, creador de contextos legales y proveedor de infraestructura y educación. Estos roles se extienden a la participación propietaria en las empresas más importantes, la facilitación de la proyección internacional de las empresas, la inversión estatal directa, las compras estatales, los créditos orientados a misiones específicas y a emprendimientos de alto riesgo, el estímulo y protección a las pequeñas empresas innovadoras, y la planificación estratégica. Todas esas funciones, como propietario, como fisco, como inversionista directo, como cliente, como  regulador y otras, conforman el complejo e insustituible rol del Estado en la economía. Y ese rol es mayor mientras más avanzadas son las tecnologías.

El mito de la empresa privada como motor de la innovación (especialmente en las tecnologías de avanzada) se derrumba en todas partes, aun en las economías capitalistas desarrolladas, y más aún si se piensa en los países que emprenden desde puntos de partida débiles, su camino al desarrollo.

Más allá del útil conjunto de ejemplos concretos y de conceptos, que hay en los libros antes mencionados (y en muchos otros), este debate refleja también nuestra propia experiencia cubana en el sector de la biotecnología: emprendimientos inicialmente pequeños (el grupo que comenzó el proyecto Interferón eran seis compañeros), que partieron del sector presupuestado y se transformaron luego en empresas estatales, con personas altamente motivadas, conducidos y apoyados por la máxima dirección del Estado (en este caso por el propio Fidel), orientados a construir con productos novedosos ciclos completos y auto-sostenibles de investigación, producción y exportaciones. De ahí surgió lo que es hoy la organización de dirección empresarial Biocubafarma, con sus 20000 trabajadores, que ha llevado fármacos y vacunas cubanos a 74 países, y que protagonizó en su más reciente batalla la hazaña de las vacunas anti-COVID.

Eso le explicamos a Mariana Mazzucato cuando vino a Cuba en el 2016, y eso mismo explicamos a autoridades en Singapur, cuando creamos nuestra empresa mixta allá en el 2014. Es el Estado Emprendedor, en este caso el Estado Socialista cubano el que construyó el sector biotecnológico cubano.

¿Alguien se cree que esos resultados podrían haber surgido de las farmacéuticas privadas que había aquí antes de 1959, muchas de ellas subsidiarias de empresas norteamericanas?

Las evidencias están a la vista. Hemos visto en Cuba  al “estado emprendedor” en acción. Se puede.

Pero al mismo tiempo debemos reconocer que experiencias de organizaciones de investigación, producción y exportaciones no se han replicado en igual medida en otras ramas de nuestra economía, en las que no vemos aún desplegarse todas las potencialidades del estado emprendedor. Y son sectores donde también hay cientos de especialistas y cuadros, altruistas, dedicados y competentes.

Es un tema que nos llama a profundas reflexiones. Que teníamos un sistema de dirección vertical administrativa de la economía, heredado de otras experiencias, es cierto, pero ya lo estamos cambiando. Que el proceso de surgimiento de nuevas empresas estatales todavía es lento y complejo, también es cierto, pero ya hay cambios en el contexto jurídico que pueden modificar esa realidad. Que las empresas estatales necesitan más autonomía operacional, también es real, pero también es una realidad que está cambiando.

La vida nos está enseñando que dar atribuciones es solamente la mitad del camino. La otra mitad está en inyectar energía para aprovechar en grande y rápido las atribuciones que otorga el contexto jurídico que nosotros mismos, los cubanos, estamos construyendo. Las semillas de las tecnologías avanzadas de la cuarta revolución industrial (automática, sensores, robótica, inteligencia artificial, macrodatos, computación en la nube, nanotecnologías, impresión 3-D, energía inteligente, biología sintética, y otras) están sembradas y esperando por las nuevas empresas estatales que las hagan germinar. Y para eso necesitamos cada vez más al Estado Emprendedor, bien emprendedor y bien socialista.

Está dicho, alto y claro, en el Informe Central al VIII Congreso del Partido: “Es ineludible provocar un estremecimiento de las estructuras empresariales desde arriba hacia abajo y viceversa, que destierre definitivamente la inercia, el conformismo, la falta de iniciativas y la cómoda espera por instrucciones desde los niveles superiores. Hay que modificar viejos malos hábitos y desarrollar hábitos emprendedores y proactivos en los cuadros de dirección de nuestras empresas…”.

 ¡Que cada joven tecnólogo o científico cubano asuma que eso se lo dijeron desde el Congreso del Partido, directamente a él!

El Estado cubano no es un ente abstracto y distante. El Estado cubano está en manos de los cubanos. El Estado somos todos. Para eso muchas generaciones de revolucionarios cubanos han defendido y defienden obstinadamente la soberanía nacional: es el derecho a hacer y emprender por nosotros mismos. Hagámoslo!.

Agustín Lage Dávila

Centro de Inmunología Molecular

2 comentarios:

  1. El mensaje de Agustín está claro. En el caso de la Biotecnologia cubana, el papel desempeñado por el estado emprendedor, también. El problema es replicar ese ejemplo en otros sectores, teniendo en cuenta las particularidades de cada uno. No es fácil, pero tampoco imposible. La patria lo necesita, el reto está planteado, y las condiciones necesarias y suficientes se van creando sobre la marcha.

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  2. Muchas felicidades a todos los educadores de corazón yo también soy maestra y dediqué más de 20 años a la docencia de lo cuál me siento enormemente orgullosa.Ese bichito nunca nos abandona y nos impulsa a seguir.

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