Esta es una tarea de
muchos. Por eso tiene sentido comentarla en una nota de amplia circulación.
También necesita incentivar comentarios y nuevas ideas.
Desde la publicación en
Gaceta del Decreto-Ley 46 en agosto del 2021 “Sobre las micro, pequeñas y medianas empresas” (MIPYMEs)”, que
establece que estas pueden ser de propiedad estatal, privada o mixta, se han
aprobado más de 1974 empresas (el conteo exacto cambia diariamente) pero de
estas 1900 son privadas y solamente 47 estatales. ¿Cómo interpretar este
desbalance? No es malo que hayan surgido muchas MIPYMEs en el sector privado, y
nuestra economía se beneficiaría mucho si la mayoría de ellas logran
rentabilidad y crecimiento pero ¿porqué tan pocas todavía en el sector estatal?
Obviamente hay en este
desbalance un componente coyuntural de actualización pues al Decreto-Ley se
acogen actores económicos que existían previamente bajo otras formas (trabajo
por cuenta propia, cooperativas etc) y que ahora regularizan su estatus,
correctamente, como MIPYME.
Pero también hay un
componente de iniciativa empresarial el cual, escapando a la explicacion
simplista de “economistas de cafeteria” (que tenemos muchos), sobre el “dinamismo
intrínseco del sector privado”, podemos relacionar con un fenomeno más profundo
que es el de la complejidad tecnológica. Volveremos sobre este argumento más
adelante.
El problema central aquí
es que, si bien las MIPYMEs privadas pueden aportar soluciones (necesarias) al
empleo y a imprescindibles servicios, y complementar encadenamientos
productivos con el sector estatal, son las MIPYMEs Estatales las que tienen que
dar respuesta a la transición hacia una economía de alta tecnología. Por eso
necesitamos muchas más.
El razonamiento es
simple y es lógico, casi un algoritmo:
·
Somos un país pequeño, con una demanda interna pequeña, y en la era de
la globalización, nuestro desarrollo depende de nuestra capacidad para insertar
nuestra economía en la economía global.
·
La palanca para esa conexión no está obviamente en los recursos
energéticos, que no tenemos, ni en otros recursos naturales, de los que tampoco
tenemos mucho.
·
Entonces la palanca principal de nuestro desarrollo tiene que estar en
la Ciencia, la Tecnología y la Innovación.
·
Las innovaciones tecnológicas disruptivas (las grandes innovaciones)
suelen conectar con la economía a través de empresas nuevas y muchas veces
pequeñas.
·
Y según nuestra Constitución (Artículo 27): "La empresa estatal
socialista es el sujeto principal de la economía nacional".
·
Entonces necesitaremos MIPYMEs de base tecnológica y estatales.
Fidel caracterizó brillantemente
nuestra realidad tecnológica desde 1993 cuando dijo: “La ciencia y las producciones de la ciencia, deben
ocupar algún día el primer lugar de la economía nacional.
Partiendo de los escasos recursos, sobre todo de los recursos energéticos que
tenemos en nuestro país, tenemos que desarrollar las producciones de la
inteligencia; y ese es nuestro lugar en el mundo, no habrá otro”
La
complejidad de ese desafío radica que lo que constituye “tecnología de
avanzada” cambia con el tiempo, y rápidamente. Si bien identificábamos hace unas
décadas a la computación, la informática y las telecomunicaciones como una
“tercera revolución industrial” (identificando la máquina de vapor del siglo
XVIII como la primera, y la electricidad y las cadenas de montaje en el siglo
XX como la segunda), hoy presenciamos
una cuarta revolución industrial,
que viene impulsada por tecnologías habilitantes tales como la automatización
avanzada de la producción, la robótica, la inteligencia artificial, el análisis
de macro-datos, la energía inteligente, la manufactura aditiva (impresión 3D),
las nanotecnologías, los nuevos materiales, la biología sintética, y otras, que
están llamadas a transformar el paisaje de la producción y los servicios.
¿Cómo
hacemos para entrar rápidamente en ese mundo? Hemos logrado construir, con
mucho esfuerzo y voluntad revolucionaria, el capital humano necesario pero, con
la excepción de algunos sectores como la biotecnología y los equipos médicos,
todavía no logramos conectar suficientemente ese capital humano con la
producción y la economía.
La
experiencia histórica indica que las nuevas tecnologías suelen introducirse en
los sistemas productivos a través de empresas nuevas, y frecuentemente pequeñas
o medianas, que después crecen por selección adaptativa, según sus resultados y
oportunidades. Nuestra propia experiencia en la biotecnología sugiere eso
mismo: las principales empresas de BioCubaFarma, por sus innovaciones y sus
exportaciones, son empresas que no existían en los años 70s. Se crearon nuevas,
nacieron pequeñas y crecieron después, fueron siempre, y siguen siendo, estatales,
pero con un alto grado de autonomía operacional, incluyendo importaciones y
exportaciones directas.
El
Centro de Investigaciones Biológicas, que
obtuvo el Interferón, se inauguró con 34 trabajadores. El Centro de
Inmunoensayo, que diseñó e introdujo el sistema de diagnóstico SUMA, lo
fundaron 21 trabajadores. Hoy hubiesen sido MIPYMEs estatales.
Ahora
con las tecnologías de la cuarta revolución industrial tenemos que repetir la
historia. Y podemos. El Decreto de las MIPYMEs, que no teníamos en los años
80s, es una excelente herramienta para esa tarea. Permite crear nuevas empresas,
con personalidad jurídica empresarial propia, y operacionalmente autónomas, de
las cuales otras entidades estatales mayores sean los “dueños”, en
representación del dueño mayor, que es el pueblo cubano.
Ser
el “dueño” no significa administrar la empresa día a día, sino supervisar las
finanzas y las decisiones estratégicas de crecimiento; y dejar que la empresa,
su equipo de dirección ejecutiva y sus trabajadores, tomen las decisiones
operacionales. La MIPYME, aunque sea estatal, no es un departamento de la
entidad mayor donde se origina: es una empresa nueva. Hay que entender y saber
gestionar esa diferencia entre las funciones del “dueño” y las del director
ejecutivo.
El
Decreto dice como se hace para crear una MIPYME, pero alguien tiene que tomar
la iniciativa de decir “lo quiero hacer”. ¿De
dónde tienen que surgir esas iniciativas? Si se trata de empresas de
tecnología avanzada, estas tienen que surgir de las actuales empresas estatales,
o grupos de empresas, o de grupos que hoy trabajan en esas tecnologías dentro
universidades u otras instituciones científicas del sector presupuestado.
Ya
el Grupo Empresarial de la Electrónica (GELECT) dio el primer paso y ha
propuesto varias MIPYMEs tecnológicas y estatales. Otros deben seguir.
Es
en la tecnología avanzada, con sus conexiones entre el sector empresarial y el
sector presupuestado, su mayor capacidad de asumir riesgos, y su orientación al
mediano plazo, donde la propiedad estatal tiene sus mejores ventajas sobre
emprendimiento privado, también necesario pero mayormente orientado a la
ganancia a corto plazo. De hecho es eso precisamente lo que previeron los
fundadores de la teoría del socialismo: que sería el desarrollo de las fuerzas
productivas lo que haría ineficiente la propiedad privada y las relaciones de
mercado, y lo que finalmente impulsaría la superación del capitalismo y la
transición al socialismo.
Para
ello tienen que surgir los emprendedores de las MIPYMEs estatales de tecnología
avanzada, con visión, compromiso y coraje suficientes para abandonar la “zona de
confort” de la rutina y de lo conocido, y adentrarse en el mundo sin mapas de
la innovación y la alta tecnología. Tenemos grupos de tecnólogos y científicos,
activos en tecnologías de la cuarta revolución industrial y con potencialidades
para convertirse en MIPYMEs estatales de base tecnológica que todavía no
“despiertan”, o prefieren que otro lo haga primero para “ver que pasa”.
Fundar
las nuevas empresas estatales socialistas de base tecnológica, es también
demostrar que hay muchos cubanos del siglo XXI, preparados por la obra
educacional de la Revolución, técnicamente competentes, y que no necesitan del
enriquecimiento privado para encontrar motivaciones para el trabajo duro y la
exploración de iniciativas riesgosas, tecnológicas y gerenciales. Las nuevas
tecnologías avanzadas, vendrán de la mano con una nueva espiritualidad, también
avanzada, y nuevas motivaciones, superiores a las que cultiva la economía de
mercado.
Será
un camino complejo y difícil, con obstáculos, incertidumbres e incluso
incomprensiones (también las hubo cuando surgió el Polo Científico), y lleno de
tareas que no sabremos como hacer hasta que no las hagamos; pero podemos
avanzar, armados con la ética de José Martí quien nos advirtió que: “Emplearse en lo estéril cuando se puede
hacer lo útil; ocuparse en lo fácil cuando se tienen bríos para intentar lo
difícil, es despojar de su dignidad al talento” .
Agustín Lage Dávila
Centro de Inmunología
Molecular