Hoy es sobre el CIM. Este comentario partirá de reflexiones sobre el Centro de Inmunología Molecular (CIM), pero solo como incentivo para abordar enseguida en el tema mayor de la calidad de las instituciones. Puede ser útil también fuera de los límites del CIM.
Y así como hay una institucionalidad “macro”, expresada en las leyes, el ordenamiento económico, el sistema judicial, el sistema educacional, las organizaciones políticas y sociales, y los valores de un país (tema para otro comentario); también hay una institucionalidad “micro” que se expresa en la calidad de la vida interior de las empresas, organizaciones presupuestadas y otras agrupaciones.
1. Somos, primero que todo, y queremos ser más, un baluarte de la revolución y el socialismo. Trabajamos para hacer emerger la maravilla de la tecnología y la creatividad científica. Eso es cierto, y es bueno, pero trabajamos también para hacerlo desde Cuba, para defender el derecho de Cuba soberana a insertarse en el mundo y en la economía tecnológica del futuro; y trabajamos también para hacerlo desde el Socialismo, con laboratorios y fábricas que son, como dice una canción de Silvio, “edificios sin dueño”, o mejor, con 11 millones de dueños. Quien se olvide de eso no entenderá como llegamos hasta aquí, y menos entenderá lo que tenemos que hacer de aquí en adelante.
2. Entendemos la consagración al trabajo como un elemento esencial de nuestra ética. Lograr grandes metas requiere dedicación al trabajo y al estudio. Consagración real, de muchas horas, muchos días. No puede ser una meta, ni una imposición administrativa: Debe ser una expresión de ética, derivada de la capacidad de asumir deberes conscientemente, y del ejemplo de los dirigentes en todos los niveles. No se impone, pero esa ética, cuando surge de manera natural, significa y produce muchas cosas. Hay que hacer de nuestras tareas, no un medio de vida, sino un sentido de la vida.
3. Hay que hacer ciencia real, competitiva, con resultados de originalidad mundial. No hay sustituto para eso. No existe aquí la “media-ciencia”, ni la originalidad “en ciertas condiciones”. Necesitamos una industria innovadora y competitiva a escala mundial, a la hay que llegar con resultados de nivel mundial. Es difícil, pero se puede hacer.
4. Debemos construir un ambiente de creatividad, que estimule a cada uno a pensar sin imitaciones ni rutinas, y a expresar y proponer lo que se piensa. Ello presupone estimular, especialmente en los jóvenes, la confianza en sí mismos y la decisión de asumir metas grandes. La experiencia de estos años nos enseñó que podemos hacer cosas más grandes que las que nosotros mismos habíamos imaginado. Esta idea pudiera generar satisfacción, pero seria mejor que nos estimulara a preguntarnos ¿Qué más podemos hacer hoy que ni siquiera imaginamos? Hay que cultivar la “cultura de las metas grandes”, colosales, y asumir las responsabilidades que deriven de eso.
5. Hacer ciencia implica el compromiso de llevarla hasta el final, hasta sus aplicaciones e impactos. Hacer buena ciencia es solamente la mitad del camino. La otra mitad es conectar la ciencia con la producción, con la economía y con el impacto final de los resultados en la salud de la gente. No somos solamente un centro científico: somos una operación industrial y un proyecto de salud basados en la ciencia. Eso es mucho más. Conectar la ciencia con la economía significa también conectarla con la Empresa Estatal Socialista. Ella es la expresión concreta de la propiedad social sobre los medios de producción y de la distribución en función del trabajo. Es la que garantiza la justicia social.
6. Cultivamos un ambiente de debate transparente, en que participan los trabajadores y los directivos a cualquier nivel de dirección. Si los revolucionarios tenemos la razón, (y la tenemos) y la autoridad que da el ejemplo, todo se puede informar, y todo se puede discutir. Ello no significa que cualquiera tenga la razón en todo lo que dice, pero debe haber espacios amplios y frecuentes de debate transparente.
Todos hemos sido, y seguimos siendo, responsables de construir y reforzar una cultura organizacional basada en esos valores. Todos somos responsables, pero los jefes, mientras lo son, tienen responsabilidades mayores. Por eso uno de los rasgos más cultivados de la cultura organizacional del CIM ha sido, y debe seguir siendo, el tipo de dirigente que debe emerger de los trabajadores, especialmente de los jóvenes. Deben ser compañeros convencidos de que:
1. Tener “mando” no basta: hay que tener “liderazgo”. El mando lo designan los jefes superiores: el liderazgo lo otorgan los trabajadores.
2. La consagración al trabajo es uno de los valores esenciales de los dirigentes: el jefe es el primero que llega y el último que se va.
3. Cualquier trabajador debe poder hablar con el jefe “hoy mismo”. El jefe siempre está, y trabaja con las puertas abiertas.
4. El jefe se informa directamente hablando con todos en la base, pero emite orientaciones a través de sus mandos intermedios, respetando la autoridad de sus subordinados en la cadena de dirección.
5. El jefe es un “constructor de procesos” , no es un distribuidor de decisiones. Debe atender con meticulosidad de artista a la sostenibilidad de los procesos que construye, más allá de su intervención personal.
6. El jefe “brilla” a través del brillo de sus subordinados, no del suyo propio. Los trabajadores no trabajan para su jefe, sino que “el jefe trabaja para ellos”, para que puedan ser más productivos y también para que crezcan como personas y como profesionales.
7. Lo principal es estimular y cuidar la motivación de la gente. Motivar es dar el ejemplo, pero es más que eso: es también, a partir del ejemplo, hablar con la gente, trasmitir ideas, explicar las razones de cada decisión, persuadir, convencer.
8. El dirigente tiene que buscar activamente tiempo, en su apretada agenda, para conversar con los trabajadores que dirige, en espacios formales e informales, que son para los subordinados espacios de participación, y ese intercambio de ideas tiene que ser real.
9. Los privilegios de los jefes son como el cáncer: mejor extirparlos cuando son pequeños.
10. La condición de jefe es transitoria. Lo permanente es la condición humana, la condición de revolucionario y el compromiso con la obra colectiva.
Hace 27 años podríamos haber interpretado esa cultura organizacional como una aspiración. Hoy es algo construido, y muchos en el CIM han aportado su ejemplo personal y sus ideas a esa construcción. No hace falta mencionarlos: ellos lo saben. Más allá de los monoclonales, las vacunas y las citoquinas, el principal producto del CIM es el propio CIM. Eso es lo que estamos celebrando este 5 de diciembre.
Para cualquiera de nosotros, haber contribuido a esa construcción debe
ser motivo de satisfacción, pero con ella viene la responsabilidad de cuidar lo
construido, y hacerlo evolucionar con el contexto, porque el futuro contiene
(siempre contiene) amenazas e incertidumbres. Hay que continuar construyendo.
Pero hoy sabemos que “si, se puede”.
Agustín Lage Dávila
Centro de Inmunología
Molecular
Muy acertada reflexión y muy importante no perder la misión del centro y cuidar siempre todos esos valores que lo han destacado.Admiro mucho su trabajo.
ResponderEliminarMis saludos
Al CIM tambien aplica la frase del director de NETFLIX en su introduccion. " El CIM tiene una cultura empresarial que consideraba a las personas mas
ResponderEliminarimportantes que los procesos, que anteponía la innovación a la eficacia y que implantaba muy pocos controles. Nuestra cultura, consagrada a obtener el máximo rendimiento con densidad de talento y a dirigir a los empleados mediante el contexto en lugar del control". Eso lo descubrió el CIM hace 27 años.
Esta reflexión del entrañable compañero de todos los tiempos, Agustín Lage Dávila, si bien se nutre de una experiencia vivida y comprobable, rebasa a esa prestigiosa institución. La vigencia de lo planteado y la necesidad de pensar en sus esencias deben ser estimuladas por nuestros medios de comunicación. Ya Cubadebate lo hace, y se agradece.
ResponderEliminarExcelente reflexión como nos tiene acostumbrados el Dr. Lage
ResponderEliminarUsted lo decía, la motivación es más que dar el ejemplo. Ese es un elemento fundamental a lograr en los jóvenes porque con la poca experiencia que cuentan, ante las abversidades se amilanan con facilidad y es donde deben entrar a jugar su papel los de más experiencia.Esto no es algo absoluto porque se de muchos jóvenes que se han crecido, sino que lo diga la Covid, pero el jefe, el líder, tienen que saber cuándo deben entrar en escena.
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